Melodías A Orilla Del Mar

La noche caía templada sobre la tapa blanca del piano olvidado en la orilla del mar. Como una ballena varada en la arena, o el casco antiguo de una embarcación carcomida por el tiempo y por su propia leyenda. Con las teclas desnudas y bañadas por la cálida brisa nocturna, el viejo Erard conservaba toda su nobleza, más todavía iluminado únicamente por la luz refleja de una espléndida luna llena. Delante, una banqueta de terciopelo granate desgastado invitaba a sentarse como esperando la entrada del metrónomo para interpretar melodías armoniosas de las que despiertan al alma. El sonido de las olas rompiendo contra el espigón aportaba los graves de aquella orquesta improvisada, que se asemejaba a un bodegón en el que el fruto era la caja sonora y las flores, las notas que salían y teñían la noche de romanticismo. Las olas comenzaron entonces a acercarse para acariciar las patas finas con su magia. Los astros en los palcos y la arena en la platea disfrutaban de las piezas que sin conocimiento musical salían de mis dedos al posarlos sobre el teclado. Ni solfeo, ni partituras, ni oído suficiente; bastaba aquella noche con imaginar tu rostro en mi mente y relajar mis manos para que se deslizaran según el impulso de mi corazón ferviente.

Y es que Sucede Que Hoy me sedujo el sonido de un piano...

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