Ojeras Perpétuas

Dicen que vivimos en un mundo reinado por las prisas. La gente ya no vive, sobre-vive cada día tratando de ganarle tiempo al tiempo, de retroceder a cada instante las manillas de su reloj aunque sea unos minutos. Parece que el día se nos queda corto. Tal vez 24 horas eran suficientes años atrás, pero hoy en día necesitamos más que eso.

Las mañanas son un suplicio. Las sábanas se conjuran y hacen todo lo posible por no dejarte ir. Incluso tienen la capacidad - compartida con la almohada - de hacerte pensar, confeccionar y creer en un plan alternativo al de levantarte.
"Bueno, seguro que puede esperar...Va cinco minutitos más...En realidad no es tanto lo que tengo que hacer...Me da tiempo de sobra aún con diez minutos menos..."
Pues no. Siento decir que esto no funciona. Nada puede esperar, cinco minutos pueden ser decisivos, en realidad SÍ es tanto lo que tienes que hacer y realmente no te sobra tiempo con diez minutos menos, de hecho, siempre te faltan diez minutos más.

Tanto ajetreo provoca estrés, dejadez personal, agonía y agobio desmesurado. Cualquier día tendremos que comer, ducharnos, dormir o tomar café virtualmente, porque en el mundo real ni siquiera hay tiempo para eso. Me siento como un personaje de Los Sims al que el famoso rombo cada día se le hace de un color más amoratado y cercano al rojo. Atrás queda el verde vivaz; malcomo, malpienso y malvivo. Tendremos que tomar alguna medida diferente porque la de estirar el tiempo de madrugada no da buenos resultados si el despertador no espera más allá de las 7.30 de la mañana. Puedes dejarlo sonar, que él no parará hasta que te des cuenta de que estás perdiendo un tiempo maravilloso que nadie te devolverá. Y si con 24 horas no teníamos bastante...¿Qué hacemos si sólo contamos con catorce o quince horas efectivas al día? Puedes hacer como yo: ser mendigo de unas ojeras perpétuas.

Creo que necesito un respiro, un paréntesis. Me basta con un siglo, lo juro.

Y es que Sucede que Hoy el estrés llama a mi puerta...

0 comentarios :